lunes, 30 de mayo de 2011

"Sólo la democracia une", editorial semanal de la Dip. Josefina Vázquez Mota

Es hora de fortalecer un partido de legalidad, de institucionalidad y de reglas claras. No podemos caer en los errores que han cometido otros partidos políticos. De entrar en confrontaciones estériles y luchas internas. Nosotros tenemos un ideario y un ideal que nos hace diferentes.

Por Josefina Vázquez Mota

Acción Nacional será el único partido que tendrá una contienda interna en la que varios precandidatos disputaremos la candidatura presidencial. Nuestros adversarios del PRI y el PRD tienen más que definidos a sus candidatos, quienes llevan años de promoverse empleando todas las vías, institucionales o no, legales o incluso al borde de la legalidad.

La campaña que está por venir debe ser ocasión de ratificar, una vez más, que seguimos teniendo las credenciales que nos acreditan como el partido capaz de consolidar la democracia e impulsar el avance de México. Por eso, nuestro proceso debe ser democrático y de avanzada; por eso requerimos ratificar que mantenemos la congruencia.

Es hora de fortalecer un partido de legalidad, de institucionalidad y de reglas claras. No podemos caer en los errores que han cometido otros partidos políticos. De entrar en confrontaciones estériles y luchas internas. Nosotros tenemos un ideario y un ideal que nos hace diferentes.

Al pensar en una contienda interna que nos fortalezca en Acción Nacional, es indispensable recordar a Carlos Castillo Peraza.

Al referirse a la democracia interna del PAN, en 1993 dijo sobre lo alcanzado en las Convenciones Nacionales Ordinarias: "40 veces con la de hoy hemos refrendado nuestra voluntad democrática; 40 veces hemos corrido el riesgo de someter a la inteligencia y a la voluntad de delegados democráticamente electos nuestra propuesta y nuestro programa; 40 veces hemos preferido construir el orden a imponerlo; 40 veces hemos privilegiado las dificultades y las complicaciones de la democracia sobre las facilidades de cualquier liturgia de destape o de coronación; 40 veces hemos demostrado que la democracia es contienda entre compañeros; 40 veces hemos probado que la democracia no divide, sino une; 40 veces hemos demostrado que la democracia no debilita, sino fortalece; 40 veces hemos dado prueba que la democracia no genera violencia, sino que edifica la verdadera paz; 40 veces hemos dejado claro que, en democracia, la derrota no envilece y la victoria no diviniza; 40 veces hemos dado testimonio que, en democracia, perder no humilla, obedecer no rebaja, ganar no ensoberbece y mandar no enferma".

Decía Adolfo Christlieb Ibarrola que los partidos "deben ser escuelas prácticas de democracia, para el pueblo y los gobernantes, y canales de expresión de la opinión pública". El PAN ha logrado ser congruente con esta idea y ha elegido democráticamente a sus candidatos presidenciales, optando por la presencia ante las estructuras del partido, la propuesta, el debate. Se ha optado por ganar la confianza de los electores panistas.

El PAN, como institución, siempre ha posibilitado el juego limpio y el piso parejo en sus contiendas. Lo anterior no quiere decir sino que existan órganos del partido que actúan con imparcialidad y garanticen la equidad en las contiendas. La realidad es que los dirigentes conocen las intenciones de quienes personalmente les hemos expresado que participaremos como precandidatos y no sólo han sido respetuosos de nuestra decisión, sino que reiteradamente han establecido que su papel es garantizar condiciones democráticas, equitativas y adecuadas para realizar proselitismo entre los panistas.

Es evidente que todos los militantes del PAN, incluyendo a nuestros dirigentes, tienen a sus preferencias y las acompañarán. Pero el espíritu democrático del partido asegura una contienda limpia, en la cual no es imaginable coartar las posibilidades de que cualquier militante panista, sea dirigente, funcionario, legislador o empleado, exprese su simpatía a favor de algún aspirante, y mucho menos que sea recriminado o despedido por ello. Sería reprobable que se procediera así, contradiciendo las más nobles tradiciones democráticas del PAN. Esas son las actitudes y situaciones que sólo provocan división y quiebre de la cohesión entre los panistas.

El juego limpio pasa también por la masa crítica de los panistas que eligen. En todo México, los panistas discuten ya los perfiles, las trayectorias, los pros y los contras de quienes aspiramos a la candidatura. Ésa es una práctica perfectamente democrática que articula las voluntades, que integra equipos, que afina propuestas y que es parte de la definición colectiva de quien es el mejor para representar al partido en la contienda presidencial de 2012.

Tenemos un partido que elige. En el PAN no tenemos precandidatos únicos, sino que hablamos de la mejor persona para ganar en lo interno el aliento y la confianza, y en 2012, frente a otras fuerzas políticas, refrendar la voluntad de los ciudadanos por la democracia y las libertades que son la aspiración y fuerza de Acción Nacional.

Somos un partido donde serán convocados a votar cientos de miles de militantes activos y adherentes. Se trata de un proceso de mayor dimensión al de muchos países, donde el protagonista es el panista que acudirá a votar. Es claro que las razones del voto al interior del PAN van más allá de lo que representamos cada uno de los precandidatos. Ahí se acumulan también las expectativas, las aspiraciones, las experiencias y los problemas de una institución humana dedicada a ejercer el poder y el gobierno. En el panismo elector también existen hábitos y rutinas de participación que se reflejan en apoyos y votos; lo importante es que en conjunto expresen nuestra identidad democrática.

Y no podemos olvidar en este recuento la responsabilidad de los aspirantes. Es nuestro deber también abonar a ese juego limpio, integrando equipos, de acuerdo a las reglas internas y a las leyes electorales, enriqueciendo la oferta de nuestra plataforma, recorriendo el país para entrar en contacto directo con los panistas que van a decidir, mostrando la capacidad de acción y movilización que significarán el éxito de nuestra campaña externa, posicionando al partido entre el electorado y valorando los avances alcanzados por el país con los gobiernos democráticos del PAN.

Es nuestra responsabilidad que se mantenga la cohesión del partido en esta contienda. Eso implica siempre que nuestros mensajes y nuestros actos abonen a la unidad del PAN y que la definición de la candidatura no degenere en rencillas políticas locales o nacionales. Que logremos que el proceso sea, como decía Castillo Peraza, "contienda entre compañeros" o que, como decía Maquío, que sean los panistas quienes decidan "cómo y con quien" vamos a la campaña de 2012.

Reitero lo señalado por Carlos Castillo Peraza: "Para mí la política no es asunto de reflectores sino de reflexión". Esa es nuestra arma, la generación de esperanza que permita a los ciudadanos esperar mejoras y lo mejor de la política. Como dijo Manuel Gómez Morín: "¿Qué armas para esta lucha? Las únicas irresistibles: las ideas, los valores del alma. Ni tenemos otras, ni las hay mejores".

El único error que los panistas no podemos cometer, es perder.

El proceso electoral empieza en tan sólo 4 meses. Los tiempos obligan de inmediato a contar con reglas claras. Debemos apegarnos a dos criterios fundamentales: a la democracia y a la legalidad. A lo que diga la mayoría y a lo que establezcan las reglas propuestas con anterioridad.

Los panistas estamos obligados a honrar y a refrendar nuestros valores. Esos valores que nos hacen distintos, en lo que creemos y por los que estamos aquí.

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