lunes, 27 de junio de 2011

Perdonar es vencer

"La espiral de la Violencia solo la frena el Milagro del Perdon"

Juan Pablo II

He tratado de comprender la participación de Javier Sicilia a partir de la muy lamentable muerte de su hijo en aquel deleznable crimen en el que también perdieron la vida otros seis jóvenes morelenses.

El dolor y la rabia producto de la pérdida de un hijo solo lo puede entender quien experimenta esa tragedia. De este aspecto nadie podemos opinar. Solo habría que solidarizarnos y repudiar junto con quien lo vive, semejante acto de cobardía.

Seria insensible e inhumano no indignarnos por la pérdida de una vida, o de siete, o de mil, en esas condiciones.

También puedo comprender que su frustración e impotencia lo conduzca a alzar la voz tan alto como pueda, para clamar justicia y castigo para los responsables.

Lo que me cuesta trabajo entender es porque se pretende dimensionar distinto este caso de otros.

Porque en palabras del propio Sicilia, este es un caso Emblemático.

¿Cuál es la diferencia?, ¿Que hace distinto al hijo del poeta de los migrantes de la fosa de San Fernando?

¿Acaso la vida del jornalero torturado y asesinado en la huasteca por bandas similares no vale lo mismo?

¿Se necesita ser amigo de intelectuales y analistas políticos para que el padre de una jovencita acribillada en Torreón pueda ser escuchado?

¿Los padres de los jóvenes zacatecanos, duranguenses, tamaulipecos, tienen que tener a Elena Poniatowska y otros lides de opinión por amigos para que su reclamo sea atendido?

¿Cuál es la línea tenue que divide estas tragedias que lastiman al país entero, de los afanes protagónicos que comienzan a dar que pensar?

¿Dónde termina la indignación natural por la pérdida de un ser querido y comienza la estrafalaria postura para atraer los reflectores?

Así como admiramos la estoica actitud de Alejandro Marti que no fue menos categórico por ser más mesurado, que no fue menos enérgico por ser más discreto, que no fue menos su dolor por ser más respetuoso, hoy me cuestiono y muchos mexicanos lo hacemos ¿ que persigue de fondo el poeta Sicilia?

No es esta una crítica contra su causa, que se entiende en su origen, legitima y plausible, es una interrogante sin respuesta del ¿porque ahora se constituye en el adalid de miles de deudos de esta tragedia que vive el país?

¿Dónde estuvo su reconocida voz cuando la muerte de los michoacanos en Acapulco?

¿Por qué no arrinconó con sus duros cuestionamientos a García Luna o al propio Presidente cuando los muertos del Tecnológico de Monterrey? ¿Dónde estuvo su marcha cuando asesinaron a veinte jóvenes en una fiesta en Ciudad Juárez?

No defiendo a ultranza al Presidente Calderón pero debo de reconocer su actitud de apertura, sensibilidad y convicción como estadista para recibirlo y amortiguar las críticas y señalamientos, hasta la exigencia de pedir perdón.

Ojala que su motivador sea puro, honesto y autentico, el reclamo de justicia y de intolerancia a la impunidad. Ojala que no se este desvirtuando una causa que debiera ser del todo el país, de todos los mexicanos.

Hago votos porque el perdón exigido y el perdón ofrecido sean genuinos, y ni el primero se origine en un juicio inquisitorio, ni el segundo sea solo una complaciente respuesta producto de la presión.

Gracias

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