“TANTA SOCIEDAD COMO SEA POSIBLE, SOLO TAN POCO GOBIERNO COMO SEA NECESARIO”
Desde su creación, el Instituto Federal Electoral se ha desempeñado como responsable y garante de comicios suficientemente creíbles y confiables, en el estado y en el país. De esto, los potosinos nos debemos sentir orgullosos ya que fue San Luis Potosí con Salvador Nava a la cabeza, donde se iniciaron las gestas para ciudadanizar los órganos electorales.
Desde su creación, el Instituto Federal Electoral se ha desempeñado como responsable y garante de comicios suficientemente creíbles y confiables, en el estado y en el país. De esto, los potosinos nos debemos sentir orgullosos ya que fue San Luis Potosí con Salvador Nava a la cabeza, donde se iniciaron las gestas para ciudadanizar los órganos electorales.
Este incuestionable logro, fue precursor de los procesos democráticos en nuestro país. Es sin duda, elemento indispensable en la transición hacia la democracia que venturosamente hemos vivido desde la última década del siglo pasado.
En 1990, nace el Instituto Federal Electoral, pero es hasta la reforma de 1996 cuando se suprime la dependencia del ejecutivo federal y se confía al órgano electoral el cumplimiento de la función de organizar, supervisar, calificar y sancionar los procesos electorales y se deposita en la Cámara de los Diputados la facultad de postular y aprobar a los integrantes de la autoridad colegiada del Instituto Federal Electoral.
Hoy, a veinte años de su creación, en el IFE se prenden las luces de alerta; está en riesgo de perderse su esencia, su componente fundamental, su mayor fortaleza, su característica ciudadana.
Hoy pareciera que el IFE, esta por convertirse en un botín a repartir entre los partidos políticos. Por parte de por lo menos un grupo parlamentario en la cámara de los diputados, se pretende distorsionar el proceso de elección para contar con consejeros a modo. Es inadmisible el solo pensar que se pierda la libertad, la autonomía y la independencia de los depositarios de la confianza ciudadana en los procesos electorales.
En vísperas de nombrar a tres nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral, no es de aceptar que sea la afinidad con los partidos políticos el criterio prevaleciente en las propuestas de quienes fungirán como integrantes de la entidad que organizara y vigilara el proceso electoral del 2012 y los subsecuentes hasta el 2019. No puede ser este, un reparto de cuotas partidistas para integrar el IFE.
No podemos, no debemos aceptar que el patrimonio conquistado con tanto esfuerzo y a tan alto costo, los organismos electorales ciudadanos, se carcoman con la pérdida de su autonomía.
Al perderla, se perderá con ella la fiabilidad de los procesos electorales, y seremos rehenes de nuestra propia desconfianza.
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